Sensibilidad en tiempos hostiles I

Foto: Annie Spratt

Foto: Annie Spratt

El vacío fértil ⇢ Seres sensibles.

 

Posiblemente cuando Miles Davis interpretaba una pieza de jazz o ahora mismo Brad Mehldau deleitando el piano, algo les caracterice. Si hablamos de da Vinci y sus múltiples proyectos, Copérnico y su visión en el siglo XV, actores y escritores, los creadores del cirque du soleil, etc. Quizás, exista un denominador común capaz de activar uno de los ingredientes más humanos que poseemos: la sensibilidad humana.

Es probable que con estos ejemplos llegues a pensar que, para tener sensibilidad humana, se nace con algún don especial o se necesita ser un gran genio que destaque en la vida. En realidad, se encuentra en nuestra naturaleza; nacemos con ella. Lo que significa que si le atiendes cuidadosamente, podrás aprender a calibrarla, a fomentar a su desarrollo, y lo más importante, puede mejorar tu calidad de vida.

¿Cuándo fue la última vez que te emocionaste viendo una película o un concierto? Y cuando se te pone la piel de gallina, ¿qué sientes?

¿Eres de los que conecta con el sentir de la naturaleza?  Personas, animales, plantas, ecosistemas, universo.

¿Alguna vez has pensado que esa sensibilidad es un recurso absolutamente natural y poderoso?

Posiblemente, no se trate de afirmar que vivimos en un materialismo tosco y sin fondo, o que estamos inmersos en el miedo colectivo por nuestra situación actual, evitando el dolor, la vulnerabilidad y el sufrimiento; nos sumergimos en nuestra cultura paradójicamente indolora. Deseamos convertirnos en seres insensibles capaces de vivir constantemente en “mi mejor versión”. Buscamos mantener el apego a muchas actividades que al parecer, y como resultado, consiste en estar “bien” a través de la máxima exigencia cuando podríamos mimetizar con nuestro propio sentir.  

Es evidente que habitamos en los tiempos de una era que nos invita enfocar hacia una autoexploración genuina para vivir despiertos.

No falta quien, al hablar de sensibilidad humana, cree que nos situamos ante un mecanismo utópico, ante un concepto irrealizable dados los numerosos condicionantes socioculturales, laborales. Tampoco trata de anclarte a una constante nostalgia y tristeza, si no que, desde ese vacío fértil, te descubras generando aprendizajes capaces de brindarte más perspectivas para vivir la vida.

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El equilibrio es una tendencia, no un estado. Cuando llegamos a comprenderlo, es ahí donde ese dolor y sufrimiento, se desvanece. Entonces, florece algo nuevo desde un lugar más auténtico y creativo.

Atte. El vacío fértil.

Una de nuestras propuestas esenciales para entrenar nuestra mente y tender al equilibrio, es precisamente el aprender a calibrar y a ejercitar la sensibilidad humana.

Para ello, abordaremos distintas prácticas que influyen sobre el tejido de la sensibilidad humana: la no interferencia, espontaneidad, la naturaleza y Yo, el cerebro altruista, la intuición, libertad emocional, arte y mente. En este articulo, profundizaremos en alguna de ellas. En la próxima publicación, complementaremos con en el resto.

⇢ La no interferencia, sabiduría de la naturaleza: este concepto a la práctica, podríamos decir que es la persona que no se hace sombra a sí misma, es decir, no obstaculiza su propio funcionamiento. Pongamos un ejemplo: un niño está en clase y el maestro descubre que está distraído, insiste con enojo en que “preste atención”. Entonces el niño se agarra con sus piernas a la pata de la silla, coloca su espalda erguida y mira al maestro con expresión inteligente. Al cabo de unos segundos, sosteniendo la mirada al maestro, responde: <<lo siento, pero estaba forzándome tanto en escucharle que no he podido oír lo que decía>>. Cuando nos empeñamos a ser amorosos, virtuosos o auténticos, lo hacemos del mismo modo que ese niño que se esforzaba para escuchar tensando sus músculos y aparentando ser. Muchas veces convertimos nuestra vida en un mundo racional envuelto en capas de nuestra espiral subjetiva.

 

“Creo que todos tenemos un poco de esa bella locura que nos mantiene andando cuando todo alrededor es tan insanamente cuerdo”. Julio Cortázar

  

⇢ Espontaneidad: este concepto no tiene que relacionarse meramente con creatividad, humor, o talento. Es expresar con naturalidad lo que la integración de la mente nos dice. Es la cristalización de la intuición. La mayor inteligencia según Lao-tzu, parece estupidez; la mayor elocuencia, tartamudeo, y la mayor transparencia, opacidad. Y ésta, obviamente es una forma paradójica de decir que la verdadera virtud, consiste en vivir sin interferir en nuestro camino. Es ahí donde la espontaneidad, surgirá.

Siguiendo el ejemplo del niño, ahora imagina que está en una reunión familiar en casa y se pone a bailar. Su movimiento es íntegro y total, pero cuando se percata que sus padres y familiares están mirándole, y sabe que pueden aprobarle o censurarle, empieza a observarse a sí mismo. Entonces es cuando el baile se torna súbditamente tenso o, lo que es peor, artificial y se pierde el espíritu de la danza infantil.

Esto es lo que tanto admiramos de los niños. Decimos que son ingeniosos, espontáneos, que son naturales, y carecen de malicia. Totalmente al contrario del intelectualismo y del tecnicismo.

¿Disfrutas viviéndote? ¿Obstaculizas tu propio desarrollo? —Cabría preguntarse—

La naturaleza y Yo: la comprensión de los fenómenos de la naturaleza, y la relación que tengas con ella, determina en gran parte tu sensibilidad humana. En realidad, y como lo dice el Zen, la mayor de las fortalezas es la de permitirnos ser débiles. Y esto no solo afecta al ser humano, sino de hecho, a todos los seres vivos. La sensibilidad, se instala en un exquisito respeto por el equilibrio de la naturaleza que se cuida mucho de no alterar. Lo contrario de ello, se apresta a descubrir lo que ocurre y se busca a continuación, el modo inmediato más adecuado de “adaptarse”.  

 

Establecer contacto con la belleza de la naturaleza hace la vida mucho más hermosa, mucho más real y, cuanto más atento y concentrado contemples la puesta de sol, más profundamente se te revelará." Thich Nhat Hanh 

 

La sensibilidad humana, es una virtud natural que subyace profundo en tu esencia, desde el cuidado de lo cotidiano y desde el cuidado de otros cuando éstos lo necesitan. El atenderla cuidadosamente, te puede acompañar a poderosos cambios capaces de modificar tu forma de interpretar el mundo.

 

 Vívete, 

Jordi Rubio

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